El monstruo ya no está solo. Ahora son dos en
la isla de los Lakers.
Y no son bestias cualquiera. Se trata de LeBron James
(33+9+9) y Anthony
Davis (32+14), dos de los cinco mejores jugadores de la NBA y
que se bastan ellos solos para poner el 2-0 en las Finales de la NBA ante los Miami Heat después de que los
angelinos sufrieran para imponerse a unos Miami Heat, sin Dragic y Adebayo, que
vendieron muy cara una derrota (124-114)
que en su caso puede suponer un paso adelante en lugar de dos hacia atrás.
El
partido comenzaba con todas las miradas puestas en Tyler Herro y Meyers Leonard y todas
las fichas de las apuestas en la casilla de los Lakers. Si en el primer partido habían pasado el rodillo,
en este segundo se esperaba de nuevo el modo apisonadora ante un equipo mermado
por las bajas. Pero no fue así.
.
La muchachada de Spoelstra tiró de ese
orgullo que contagia Jimmy Butler y se intentaron aferrar a cada segundo del partido.
Y lo lograron desde el primer cuarto. El acierto desde el triple de Herro,
Leonard y Olynyk y la falta de tino exterior de los Lakers mantenía el choque
en un brete (14-13). Sin embargo, como un martillo pilón el juego interior de
los angelinos -buen comienzo de partido de Howard- fue picando la roca que es
la zona de los chicos de Florida y abriendo hueco en el marcador (29-21. Min.
12).
Con Davis y LeBron demostrando su buena sintonía en
la cancha todo apuntaba a quimera para unos Heat que sobrevivían de la mano de
Butler (11 puntos y ocho asistencias en la primera mitad) y de un Kendrick Nunn
que está usando estas Finales para reivindicarse como el buen jugador que
mostró a principios de temporada. Pero sólo dos argumentos parecen escasos para
luchar con la maquinaria de los Lakers que funciona a la perfección cuando Rajon Rondo coge la batuta. El base
volvió a mostrar su mejor cara en unas Finales y sin necesidad de unos números
espectaculares volvió a ser decisivo para que los de Frank Vogel mantuvieran la
distancia de seguridad y fuesen, poco a poco, aumentando la renta hasta los 14 puntos al descanso (68-54. Min. 24).
Ese fue el momento en el que Anthony Davis dijo basta. El pívot de
Chicago, que está jugando las primeras Finales de su carrera, no quiere dejar
escapar la oportunidad de conquistar su primer anillo. Y quiere hacerlo por la
vía rápida. El pívot de Chicago parece un gigante jugando con niños y lo
demostró en el tercer cuarto con una exhibición que comenzó con nueve puntos seguidos y cuatro rebotes
ofensivos que daban alas a los Lakers hasta llegar a los
18 puntos de ventaja en el marcador (82-64).
Los
Heat, sin embargo, demostraron que están en estas Finales por calidad, trabajo
y el orgullo que sacó Olynyk en
forma de dos triples y un 2+1 ante LeBron que dieron vida a los Heat, cerrando
el tercer cuarto a sólo 10 puntos (103-93) de diferencia. Tocaba remar, pero la
playa seguía estando a la vista. Para alcanzarla todavía tendrían que trabajar
y, sobre todo, evitar que las olas levantadas por el Huracán Davis les
alcanzara.
Fue el momento de la locura y el desacierto en cancha. Un intercambio de errores que favorecía a los Lakers por aquello de que tiempo corría a su favor. Pero los nervios lo hacían en su contra y la mejor muestra fueron los nueve tiros de campo seguidos que fallaron los angelinos mediado el último cuarto. Errores que permitieron a los Heat llegar con opciones a los últimos cinco minutos de partido (113-103 min 7). Ahí fue donde fallaron las fuerzas para unos Heat a los que no les bastó el corazón. Sobre todo porque enfrente estaba LeBron James, que tomó el bastón de mando y cerró el choque para tranquilidad de unos Lakers que cada vez están más cerca del objetivo. Eso sí, como diría Kobe Bryant, "el trabajo no está hecho".
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